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13 abril 2018 5 13 /04 /abril /2018 19:29

Tengo toda la cama para mí sola. Es cierto que echo de menos a mi esposo :  no me coje bien pero me calienta los pies, me abraza por la noche y comenta conmigo los anodinos programas de la tele. Mi esposo  se ha ido a visitar a su madre por que vive a varios km de aquí  y estaré unas semanas sola . .

Parece que ésta se haya alegrado de que yo no viaje , ve en mi decisión una confirmación de lo que ella siempre ha pensado de mí: que soy solamente una mala mujer que engatusó y engañó con malas artes a su querido y único hijo. No digo que mi esposo  es un mal marido, es una línea perfectamente trazada en un folio en blanco, constante y eternamente igual. En mi vida me he dado cuenta de que yo no quiero una recta: quiero una línea en movimiento, con sus curvas y también con sus aristas, que sea a veces continua y a veces discontinua, con sus irregularidades también, ¿por qué no?, que me sorprenda en su recorrido y que me despierte del letargo en el que he vivido tanto tiempo.

 

 

Hace una semana que he dejado de tomar la píldora y no sé si es este motivo o el hecho de pensar que el mundo se abre a mis pies, pero siento que mi deseo sexual ha aumentado vertiginosamente.

 Mis masturbaciones se han hecho diarias y el objeto de mi deseo fluctúa según sea lo que se me ponga por delante. Me fijo en los hombres y todos casi sin excepción me parecen deseables. Nada más salir de casa me encontré con mi vecino de enfrente, en el que jamás me había fijado. Hoy le he visto distinto: parecía más atractivo, quizás por el hecho de que me haya mirado y sonreído de otra forma, seguro que ya todo el vecindario sabe que estoy sola. Es como si llevara un cartel de “libre para follar” en mi pecho

Mañana será un nuevo día.

El subte  estaba a tope de gente. Yo me puse mi Mp3 con música relajante para leer y me puse con la última novela que había comprado. Habían pasado sólo quince minutos cuando me sentí observada. Esperé un poco más con la esperanza de que aquella sensación desapareciera pero no. Alce la mirada de golpe y a mi derecha, en la otra fila de asiento, pillé a un hombre mirándome descaradamente. Al pillarlo in fraganti, hizo un gesto gracioso con la cara para despistar y sonreí. Se puso colorado. Parecía un ejecutivo con su mp4 ha echado un vistazo a mis piernas: desde hoy ya no me vuelvo a poner pantalones, esto es un mercado y tengo que exhibir y vender el producto que ofrezco sentido que la sangre fluía por mi cuerpo y lo calentaba hasta hacerme arder en deseo. Me he agarrado a la barra mostrando mi mano desnuda, dejando ver que no llevo anillo de casada. He imaginado escenas morbosas con el ejecutivo y me he puesto como un animal en celo. Creo que si en esos momentos se acerca a mí y me levanta las faldas, me dejo hacer allí mismo, con público y todo. Llegamos a la parad al final y nada

Aquella noche me abracé  a la almohada pensando en él ,empece atocarme pensnado en su voz, en su fortaleza, en su pene ,qún siento mi sexo palpitar tras masturbarme, estoy relajada pero me siento algo triste. La paz de los orgasmos hace que mis ojos se cierren y me olvide de todo.

Al día siguiente fui yo la que le busqué a él con la mirada. Miraba a un lado y a otro sin encontrarlo. Me giré y me pilló él a mí mirándole. Enrojecí de vergüenza. ¿Por qué le había buscado si ni sabía quien era?, él se sentó a mi lado. Ese día pude fijarme mejor. Llevaba jean azul oscuro desgastado, camiseta de cuello alto negra. Sus manos eran francamente grandes, sus ojos marrones, su pelo teñido de canas entre cabellos castaño oscuro. Mientras estábamos sentados uno al lado del otro, me rozó la pierna sin querer. ¡Me gustó sentir su tacto! Su roce primero fue como una descarga eléctrica en todo mi cuerpo. Se levantó y no cruzamos palabra.

 Al siguiente día fui yo la que dí el paso de sentarme a su lado. Crucé las piernas, hice que se me cayera el tacón y le rocé su pantorrilla con mi pie. Pude observar como algo crecía en su bragueta y no me desagradó nada la visión.

Había llegado el viernes y, al ir al trabajo, no le había visto en elsunte ¡Tenía muchas ganas de verle!

La mañana de trabajo pasó triste, como una rutinaria que no había tenido los días anteriores en que verle, había sido tan intenso que ni me había dado cuenta de lo rápido que pasaba el libro.

 

Salí del trabajo como si nada y me fui a la estación. Normalmente había poca gente en el vagón en el que volvía los viernes. Aquel día estaba yo sola en el vagón. Iba a ponerme el Mp3 pues el sonido de cerrarse las puertas acababa de sonar cuando una mano, paró un de las puertas correderas de entrada para no perder el tren. ¡Era él! Estaba el vagón sólo para los dos y se sentó justo en frente de mí. Eso me excitó mucho. Me miró fijamente y yo le aguanté la mirada. Deslizó su pierna que rozó la mía. Me quité el tacón y pasé mi pie por en medio de sus piernas por encima del jean . ¡No se lo esperaba! Se puso duro de seguida (podía verle los pezones duros a través del polo y su sexo, crecía bajo mi pie de manera fascinante). Estábamos sólo pero en cualquier momento podía entrar alguien. ¡Eso no nos freno! Toda aquella situación era morbosa hasta la extenuación. Bajó su cremallera del pantalón liberando su sexo ante mí. Yo descalcé mis dos pies y lo empecé a masturbar con ellos. Era muy apasionante sentir como gemía y disfrutaba con mis caricias. Deseaba que siguiera gimiendo para mí. ¡Eso me ponía! Ver su cara de goce, sentir como aguantaba el llegar al clímax y como dejaba que no parara, me excitaba de una manera que jamás había sentido hasta aquel momento. Seguía frotando, deslizando la planta, los dedos, el empeine por su glande y eso le volvía loco de placer. Sentí su leche derramarse por mis pies (creí correrme yo también con aquel acto). Dejó su verga visible pero apartó mis pies para deslizar los suyo sobre mi sexo como yo había hecho con él. Se descalzó y su dedo gordo se adentró entre mis piernas, por debajo de mi falda. Jamás había sentido una humedad como aquella en mi sexo con sólo un roce. Sólo presionando poco a poco su pie contra mi sexo me derramé. Pero quería más y su dedo gordo, se deslizo por mi braguita buscando mi clítoris. Con un pie apretaba mi sexo por la parte vaginal mientras con el otro, me proporciona un orgasmo tras otro. No podía controlarme. No podía dejar de gemir y de encadenar un desbordamiento sexual con otro y luego con otro y luego con otro y luego con otro,… y no había fin. Hubo un momento en que paró y yo, agradecida por aquel festival de placer infinito, me arrodillé como pude ante él y me metí su sexo en la boca. Estaba mas duro que la primera vez. Deslicé mi lengua por todo su gran miembro sin dejar de saborear ningún rinconcito oculto. No tenía prisa, no me importaba si nos estaban mirando o no. Yo deseaba recompensar a aquel Dios del sexo con un orgasmo que le hiciera perder el sentido. Deslicé mis dedos por debajo de sus huevos mientras mi lengua seguía jugueteando con su pene. Con la otra mano, jugaba a masturbarle cuando mi boca buscaba sus huevos para metérmelos en la boca. Los apretaba un poquito contra mi paladar con la lengua mientras mi mano se deslizaba por su sexo. ¡Se estaba volviendo loco de placer! Volví a meterme su sexo en la boca y no pudo controlar más tiempo su leche dentro. Se derramó en toda mi lengua pero yo no dejaba de chupar mas lentamente viendo como los escalofríos de placer recorrían una y otra vez todo su cuerpo por entero. Cuando nos recompusimos, nadie había en el vagón pero sabíamos que habían subido y bajado gente mientras nosotros estábamos en plena faena. Fue algo increíble, peligroso, loco, pero indiscutiblemente lo más delicioso en cuestión de sexo que yo había probado en mi vida…

  gra_te_lee@yahoo.com.ar

 

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